19 may 2010

La nueva Selectividad también asusta

MILAGROS ASENJO | MADRID
Decenas de miles de estudiantes -unos doscientos mil sumadas las convocatorias de junio y septiembre- estrenarán la nueva Selectividad. El diseño de las Pruebas de Acceso a la Universidad (PAU) adaptadas a la Ley Orgánica de Educación (LOE) ha provocado algún sobresalto y ha obligado a alguna precisión normativa para serenar los ánimos de unos alumnos para los que estudiar la carrera deseada es, en muchos casos, cuestión de décimas.
En realidad, el desequilibrio entre la oferta y la demanda de plazas y, por tanto, las dificultades para cursar los estudios apetecidos sólo se produce en el área de Ciencias de la Salud, con especial énfasis en Medicina, en Árquitectura y en determinadas ingenierías.
El nuevo modelo introduce importantes modificaciones que, al menos en teoría, pretenden suavizar el camino hacia la Universidad. Habrá menos pruebas obligatorias pero también posibilidad de subir nota para garantizar al máximo el acceso a la carrera deseada. Es más, el curso 2011-12 se añadirá un ejercicio oral de idioma extranjero.
La pruebas se estructuran en dos fases: una general y otra específica.
La primera, que es similar a la del antiguo modelo, deben hacerla todos los estudiantes y tiene por objeto valorar la madurez y destrezas básicas que deben acreditar para seguir las enseñanzas de Grado (la nueva nomenclatura de las carreras universitarias adaptadas a Bolonia). La segunda es nueva y voluntaria. Tiene algo de aventura puesto que no se califica si no se aprueba al general, ya que tiene como finalidad valorar los conocimientos y capacidad de razonamiento de los candidatos en disciplinas concretas relacionadas con los estudios que pretenden cursar. Es decir, sirve para subir nota de cara a ingresar en una titulación.

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